Bajo tu protección, Señora y Madre de la Coronada,
ponemos nuestras vidas,
la de nuestras familias,
la de nuestra hermandad,
la de todos los fieles de nuestra parroquia,
a toda la Iglesia y al mundo entero.
Tú eres vida, dulzura y esperanza nuestra,
y desde tu trono, allí en el cielo,
vigila atenta nuestras acciones,
para que seamos siempre limpios de corazón,
justos, caritativos y misericosrdiosos
y podamos vivir siempre con la esperanza de la fe
y gozar contido del Padre
por los siglos de los siglos. AMEN